Opinión

Una carretilla de dinero

Por Jorge Azócar
Desde Buenos Aires

Les planteo el siguiente escenario: cierren sus ojos e imagínense un país que fabrique autos, que tenga distintas fábricas de auto-partes, con universidades subvencionadas y estatales, o sea, gratuitas para la gran mayoría de la población para tener oportunidades en todos los estratos sociales. Que la educación estatal sea de calidad y que esté dentro de las mejores universidades del mundo, imagínense un país con alto consumo y que brinde muchas oportunidades a la mayoría de los comerciantes que se auto perciben “emprendedores”, si logran visualizar un país así entonces están cerca de ver a Argentina antes de Javier Milei.

Hoy el escenario es otro: El dueño de una carnicería en un pueblo donde Javier Milei ganó con más del 70%, fue con una carretilla de dinero -no es sentido figurado, de verdad fue con una carretilla- a pagar la factura de electricidad. Derrotado y con un tono de vergüenza, admitió que el también voto al Presidente, porque pensó que se necesitaba un cambio, votó para la desregulación y se vio perjudicado al ver que desregularon los servicios y ahora -obligado a cerrar su negocio que es su medio de vida- entendió lo que votó con alegría en octubre del 2023.

Algo parecido ocurrió en un pueblo del interior de la Argentina, donde una comunidad vivía prácticamente de la fabricación de electrodomésticos. Ahora anunciaron que deben cerrar, la industria nacional se vio directamente perjudicada al entrar al país los mismos electrodomésticos, pero más baratos, porque son importados.

 Recordemos que en la presidencia de Donald Trump, pasó algo parecido cuando Surrey amenazó con irse de EEUU a México para fabricar a menor costo sus aires acondicionados. Inmediatamente, se hicieron impuestos para cada producto de Surrey si se iba de EEUU, se protegió la industria nacional. Aquí, en Argentina, se la combate y se le brindan políticas de Estado para que desaparezca. En ese pueblo, Javier Milei ganó con el 82% de los votos.

    Ahora Toyota y General Motors, por la caída de ventas, empezaron a fabricar menos, anunciaron “retiros voluntarios” que es la manera más elegante que encontraron para despedir personas. El cambio llegó una vez más con cesantías, recesión y estanflación.

    Argentina se desangra, la sociedad está perdida en videos de Tiktok y promesas de criptomonedas con alta rentabilidad, los jóvenes en edad productiva pierden la fe en la fuerza laboral, creen en modelos abstractos que no necesitan esfuerzos, ni intelectuales ni físicos, sólo creen en modelos a seguir como cantantes de reggeaton, tiktokers, futbolistas, copian maneras de vestir, peinados y hasta la manera de hablar. No entienden nada de política ni tampoco se interesan, es alarmante la cantidad de jóvenes que padecen abulia, intelectual o física, sólo están alineados y se vuelven esclavos del consumo que se generan, no a través de medios de comunicación si no a través de redes sociales. Te venden un mundo súper positivo, un camino al éxito donde abundan sonrisas, comidas excepcionales y grandes amigos, como si todo lo que viviste no está en Instagram entonces no lo viviste. Es algo más profundo que la superficialidad y el ser nihilista. La libertad que plantea Javier Milei es una trampa, es simplemente abandonar al individuo a su suerte y dejarlo fuera del sistema y de la sociedad.

Byung Chul Han, filósofo surcoreano, con bastante pesar analizó la sociedad y creo firmemente que Argentina es un reflejo de eso… él dijo: “Lo que resulta problemático no es la competencia individual en sí, sino su autorreferencialidad, que se convierte en competencia absoluta. Es decir, el sujeto-logro compite consigo mismo; sucumbe a la destructiva compulsión de superarse una y otra vez, de saltar sobre su propia sombra. Esta autolimitación, que se plantea como libertad, tiene resultados mortales”-

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