Opinión

Cuando la política es música en tus oídos…


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Por Claudio Díaz P. @claudio_diazp 
Periodista


Recuerdo a inicios de los ‘90 cuando en Chile se censuró parcialmente la canción “Malbicho” de los Cadillacs por llevar una imagen de Augusto Pinochet en el videoclip. Eran 2 segundos, que se eliminaron para la difusión en Chile, pero que retrataban a cabalidad nuestra incipiente democracia, la fragilidad de la libertad de opinión, el temor subyacente y vivo a la dictadura, y la incapacidad del sistema democrático de dar espacio a la natural crítica contra los suprapoderes y suprapoderosos.

En 2021, “Los Salieris de Charly”, la canción del trasandino León Gieco resultó ser una verdadera declaración de principios que se acopló en sincronía a los postulados de la campaña de Gabriel Boric. El tema fue escrito en 1992, hace casi 30 años.

«Queremos ya un presidente joven, que ame la vida que enfrente la muerte (…) Dicen la juventud no tiene para gobernar experiencia suficiente. Menos mal, que nunca la tenga, experiencia de robar. Menos mal, que nunca la tenga, experiencia de mentir».

De todos modos, para la campaña electoral se reescribió parte de la letra, con la autorización de Gieco y habiendo jingles y variadas versiones musicales en la campaña de Boric, fue ésta canción la que finalmente grabada por artistas chilenos como Chancho en Piedra, Moral Distraída e Illapu, terminó prendiendo la mística del electorado.

Y es que la música siempre ha acompañado los procesos sociales, en la Francia de Robespierre, historiadores aseguran que más de 3 mil canciones políticas se interpretaban en las calles de París, surgiendo posteriormente la Marsellesa, pero también en la Independencia de Chile el “bajo pueblo” escuchaba en las chinganas la música popular, desde donde se especula habría surgido nuestro himno nacional. En la revolución mexicana fueron los corridos los que junto con informar lo que pasaba, blandían el espíritu de los independentistas, mientras en Cuba fue la nueva trova la que acompaño a Castro, y que decir de EEUU y el “flower power” a mediados de los ’60 con la “Revolución de las flores” en que los hippies se oponían a la guerra de Vietnam con toda una banda sonora adosada.

La música es acompañante ineludible y parte de las luchas sociales, tal simbiosis que algunos autores plantean simplemente que, sin música no habría revolución.

En Chile, lo más recordado sin duda es el setentero “El pueblo unido jamás será vencido” de los Quilapayún; “El baile de los que sobran” de los Prisioneros durante los ‘80, y para el regreso a la democracia “Chile, la alegría ya viene…” en el Plebiscito del NO (1988). Pero, en el actual mileno, y en pleno estallido social de fines de 2019, nuevamente se cumple el paradigma, especialmente con Las Tesis y “Un violador en tu camino” que se universalizó a nivel global con traducciones y performances en los 5 continentes.

Sin embargo, el compás que resonó en las últimas elecciones presidenciales en Chile, nos recordó, por ejemplo, que los pinochetismos (son varios) en Chile no estaban desterrados, sino que “dormidos” y nuevamente lograban aglutinarse y disfrazarse para despertar entre nuevos adeptos. El dilema binario al que siempre se reduce una elección presidencial nos llevó, entonces, a una votación histórica para detener la llegada de un posible sucesor de Pinochet a La Moneda ¿Tendríamos un Presidente joven, sin haber sopesado la amenaza ultraderechista de Kast, sin el despertar de ese neopinochetismo que hoy probablemente continuará en un largo bostezo conviviendo con el país? No lo sabemos.

   Lo que sí sabemos es que el track list de Boric, del Presidente Gabriel Boric, recién comienza a escribirse, lo que será parte del gran disco de antología de la historia de Chile para los próximos años. De otra forma tendríamos que habernos preguntado qué música escucharíamos si hubiera ganado Kast, pero bueno, los “hubiera” no existen.

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