COLUMNA EPD: «Alguien te mira…y te escucha»
En chileno, hablamos de “pinchazos telefónicos”, que se vienen conociendo desde principios del retorno a la democracia, cuando por televisión nos enteramos de aquel episodio denominado como PiñeraGate, en el que el entonces precandidato de Renovación Nacional, Sebastián Piñera, se refería en duros y groseros términos a su entonces contrincante de partido, Evelyn Matthei…
Por Claudio Díaz Peña (*)
cdiaz@elpatagondomingo.cl / @claudio_diazp
El espionaje anda suelto… Al menos eso es lo que hemos sabido que ha estado ocurriendo en los últimos días, con escandalosas consecuencias en EEUU y en Reino Unido. Y precisamente algo tan secreto y escondido como el espionaje, ha logrado salir a la luz de manos de la desclasificación que han realizado medios de comunicación como el Washington Post o The Guardian, periódicos de primera línea en la prensa estadounidense y británica.
La cuestión está así. En las últimas horas se conoció en Londres que los servicios de inteligencia británicos, con autorización expresa del Gobierno de la Reina Isabel, interceptaron llamadas telefónicas de celulares y correos electrónicos de numerosos asistentes a la cumbre del G-20 que se celebró, en 2009, en Inglaterra.
Tal situación fue revelada por el diario The Guardian en su página web, detallando documentos que conseguidos a través de Edward Snowden, el mismo agente descolgado de la CIA que la semana pasada reveló el escándalo del espionaje del gobierno de EEUU a sus ciudadanos, a través de Internet.
¿Sucede esto en Chile?… podemos suponer que si. Es más, ya tenemos algunos ejemplos más que evidentes que el espionaje es parte de nuestra vida cotidiana, aunque no nos enteremos. De hecho esa es la idea.
O no se acuerda que en 2011, una fuerte acusación quedó al descubierto contra Carabineros de parte de 2 suboficiales de la institución y de abogados de organizaciones de Derechos Humanos, quienes aseguraron que se habrían realizado intervenciones telefónicas durante meses, a diversos diputados y senadores, e incluso a dirigentes sindicales y diplomáticos.
Los denunciantes enviaron cartas al Presidente Piñera, se reunieron con asesores del Gobierno, e incluso uno de ellos, el cabo Esteban Infante Alcaíno, declaró ante la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados.
A 20 meses de conocerse este extraño caso, en marzo de este año el fiscal de la Región Metropolitana Sur, Raúl Guzmán, solicitó formalizar al mayor de la Dirección de Inteligencia de Carabineros (la Dipolcar), Gonzalo Alveal Antonucci, por la supuesta intervención del celular del cabo denunciante.
El mayor Alveal, quien cursó su retiro voluntario hace unos meses, será acusado entonces como autor de interceptación ilegal de las comunicaciones.
En chileno, hablamos de “pinchazos telefónicos”, que se vienen conociendo desde principios del retorno a la democracia, cuando por televisión nos enteramos de aquel episodio denominado como PiñeraGate, en el que el entonces precandidato de Renovación Nacional, Sebastián Piñera, se refería en duros y groseros términos a su entonces contrincante de partido, Evelyn Matthei …que ironía… que en 1992 era Matthei quien recibía los improperios, insultos y afrentas, que se transmitieron en vivo en un programa de televisión en la ya legendaria radio Kioto. Toda la conversación fue una intervención de juna conversación privada entre 2 personas, delito que ejecutó un cabo de la inteligencia militar, posteriormente procesado por la justicia.
Y como olvidar en 2011, el “monitoreo” del Gobierno sobre los ciudadanos en Internet, contratando para ello por un monto millonario a una empresa privada, BrandMetric, y que era defendido -con uñas y dientes- por la entonces vocera Ena von Baer, quien justificó el espiar las redes sociales acerca de la percepción ciudadana sobre la administración de Sebastián Piñera. Se dijo desde el gobierno, que era una herramienta útil, para conocer los intereses e inquietudes de la ciudadanía. Claramente si se siguió haciendo, es claro que poco o nada ha servido para mejorar esa percepción ciudadana.
En resumen, no hay que olvidar que vivimos en el mundo de las cámaras de vigilancia, de las escuchas telefónicas, y donde hemos constatado lo que por décadas habíamos visto hasta ahora sólo en películas, con embajadas y personeros diplomáticos que informan de actividades y visiones de líderes de diversas naciones a sus propios gobiernos, a veces incluso con apreciaciones personales y pintorescas…
En Chile, en EEUU, en Inglaterra, aquí y en la quebrá de la ají espiar a los ciudadanos es una amenaza a la libertad de expresión y a la intimidad suya y mía. Pero si algo nos enseñaron casos como el de WiKileaks, que reveló la información clasificada de cientos de gobiernos y sus espionajes internacionales, es que nosotros los ciudadanos también podemos vigilar al gobierno y a sus instituciones, y eso es un derecho garantizado por ley que simplemente debemos ejercerlo…
(*) Es Periodista y Director de Contenidos de EPD Comunicaciones Ltda.
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