COLUMNA EPD: «2+2=5?»
Si hasta duele compararnos con Venezuela, donde se vive de la industria de los «petrodólares», ni siquiera allí hay tanta bonanza para los parlamentarios, que perciben una renta mensual que se traduce en pesos chilenos, en poco más de millón y medio. Tan austera resulta la suma en el país de Chávez que ni siquiera alcanza a superar en 10 veces el sueldo mínimo de un venezolano. Y repito, en Chile la diferencia es de 80 veces entre el sueldo de un parlamentario y el sueldo mínimo que gana 1 millón de compatriotas.
Por Claudio Díaz Peña (*)
cdiaz@elpatagondomingo.cl / @claudio_diazp
Chile es el país con mayor desigualdad en la distribución del ingreso entre las naciones de la OCDE.
El último informe del grupo de 27 naciones más desarrolladas del mundo, pone a nuestro país con una diferencia abismante, en que el decil (10%) más rico de Chile gana 27 veces más que el decil más pobre…¡¡¡27 veces!!!… Y eso que la diferencia promedio entre los países de la OCDE es sólo de 9 a 1.
Sin embargo, eso no ha impedido que nuestros congresistas aparezcan como los que perciben el sueldo más desproporcionado en toda Latinoamérica.
Y es que en Chile un parlamentario recibe cerca de $15 millones, donde la mitad es el sueldo y la otra mitad gastos de representación. Es una cifra más que vergonzosa, al calcular que significa casi 80 sueldos mínimos, respecto de la realidad chilena.
No es todo. Nuestro país se empina con un sueldo parlamentario que duplica a Brasil, el segundo país en la lista. Claro, los $15 millones chilenos, más que duplican los $6,8 millones que reciben los congresistas cariocas (49 sueldos mínimos en Brasil), o los $5.6 millones que se embolsan los congresistas en Colombia (que representan 36 sueldos mínimos).
Si hasta duele compararnos con Venezuela, donde se vive de la industria de los «petrodólares», ni siquiera allí hay tanta bonanza para los parlamentarios, que perciben una renta mensual que se traduce en pesos chilenos, en poco más de millón y medio. Tan austera resulta la suma en el país de Chávez que ni siquiera alcanza a superar en 10 veces el sueldo mínimo de un venezolano. Y repito, en Chile la diferencia es de 80 veces entre el sueldo de un parlamentario y el sueldo mínimo que gana 1 millón de compatriotas.
Las diferencias también se cruzan al ver lo prometido y lo avanzado. Mientras el gobierno en Aysén dijo que el 90%, luego el 70% y finalmente el 60% de los compromisos con la Mesa Social están cumplidos, Iván Fuentes reconoció que más bien hay muchos decretos firmados, pero que falta ir a la acción, que lejos de hablar de un porcentaje de avance, al ejemplificar con el prometido Bono de Leña y si no se hubieran cometidos tantos errores en la entrega -con retraso, leña mojada e incluyendo a quienes no eran familias vulnerables- tal vez se hubiera podido llegar a una nota 5.0, pero apuntó a que tras 6 meses desde que estallará la movilización en febrero pasado en Aysén, se está bajo esa evaluación…
Las visiones son claramente disonantes. El Presidente aseguró esta semana que la reconstrucción post terremoto alcanza luego de 2 años y medio, un 80% de avance, argumentando para ello que de los 30 mil millones de dólares que se contabilizaron como pérdida y destrucción del terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010, un 80% ya está reconstruido.
Recordemos que el terremoto, de 8,8 grados de magnitud, ocasionó un tsunami en las costas del sur de Chile, dejando 526 fallecidos. Unas 3 mil 700 escuelas dañadas, 17 hospitales completamente inutilizados, 1.554 kms de caminos perjudicados y 212 puentes destruidos o gravemente dañados, según los balances oficiales.
Sin embargo, alcaldes y organizaciones sociales no han dejado de denunciar todo este año, lo atrasado del proceso de reconstrucción, sobre todo en lo referente a vivienda, donde el gobierno de Piñera construyó 106 aldeas de emergencia para albergar a las 4 mil familias más afectadas, y prometiendo en 2010 que ninguna familia pasaría más de 2 inviernos viviendo en estas condiciones. Hoy, en pleno «tercer invierno», muchas familias continúan viviendo en esas mismas aldeas de emergencia.
Y es que la clave para romper con la inequidad no está –únicamente- demostrar cifras macroeconómicas o en crear más y más puestos de trabajo para hablar del pleno empleo. Se trata junto con ello, de fortalecer a las propias instituciones laborales y sus herramientas, al sindicalismo, a la negociación colectiva, o el derecho efectivo a huelga. No avanzar en estos temas convierte a la postre en estéril cualquier esfuerzo por disminuir el desempleo, porque simplemente se sigue creciendo también con desigualdad en el mundo del trabajo, y esa desigualdad es algo que nos persigue a todos, y seguirá haciéndolo si tanto el gobierno como los políticos continúan demostrando que realmente no les importa…
(*) Es Periodista y Editor de Contenidos de EPD Comunicaciones Ltda.
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