Martes 8 de noviembre 2011: Columna de Claudio Díaz Peña
El mea culpa que falta
Por Claudio Díaz Peña
cdiaz@elpatagondomingo.cl
Por estos días en Chile, el problema está en el ambiente social, en el clima ciudadano que se ve aún más tensionado y perturbado por la alta sensación de inseguridad que se vive en las principales ciudades.
Revisando la página web del Ministerio del Interior y Seguridad Pública es posible advertir innumerables noticias institucionales con títulos grandilocuentes que se repiten una y otra vez, y que hablan de «millonarios proyectos» para prevenir la delincuencia en Temuco, Lampa, Iquique, Estación Central, y Concepción. También se informa de Alarmas Comunitarias para reducir la comisión de delitos, y minimizar la percepción de temor y vulnerabilidad de las personas. Asimismo, el sitio de Internet del Ministerio del Interior promociona proyectos contra los delincuentes del tipo psicosocial, de prevención situacional, y difunde la inauguración de centros de atención a víctimas a lo largo de todo el país. Eso no es todo. En interior.gob.cl se destaca además el primer sistema de «entintado» en cajeros automáticos y una noticia que no deja de llamar la atención que se titula “Gobierno invita a ciudadanía a transformarse en héroes anónimos en el combate a la delincuencia”, donde finalmente es cada vecino o vecina quien en una especie de «fono acusete anónimo» puede señalar a la policía o a las autoridades de alguna sospecha de ilícito.
¿Es ésta la mejor forma de combatir la delincuencia, con más plata y con «sapeo» ciudadano incluido?… a la luz de las últimas cifras entregadas por el propio Ministerio del Interior, pareciera que no es el camino correcto, al menos no el más efectivo.
Las últimas cifras oficiales sobre delincuencia en el país revelaron que en el tercer trimestre de este año, se registró un aumento de un 10% de los casos policiales respecto del mismo periodo del 2010. Es decir, entre los Delitos de Mayor Connotación Social que lideraron estos últimos 3 meses están los robos con fuerza (37,3%) y los hurtos (31,4%). Otro dato es que a octubre de 2010 habían sido asesinadas en Chile 114 personas, a octubre de este año ya son 147 los asesinatos, es decir, tenemos en 2011 un alza de 33 casos o si prefiere del 27,8%.
En buenas cuentas, la sensación de inseguridad está instalada en gran parte del país, y por ello la oposición política ha sacado a la memoria lo que Sebastián Piñera anunciaba en su campaña presidencial 2009 donde prometía que literalmente “acabaría con la fiesta de los delincuentes”. Sin embargo, a mediados de este año el ahora Presidente, reconoció que “no hemos ganado y tal vez nunca vamos a ganar la batalla contra la delincuencia, porque la delincuencia está un poco en la naturaleza humana”.
Por su parte, Rodrigo Javier Hinzpeter, quien como ministro del Interior tiene por ley la obligación de “proponer al Presidente de la República las normas y acciones sobre el orden público, la seguridad y la paz social”; es sin duda quien recibe gran parte del pastelazo por lo que se considera desde el oficialismo, la oposición y la propia ciudadanía como una batalla pérdida contra la delincuencia.
Y eso que en el Plan Chile Seguro lanzado para el periodo 2010-2014 por el Ministro Hiznpeter, se plantearon 2 grandes objetivos: reducir el numero de hogares que son victimas de delitos, y reducir la cantidad de delitos en el espacio público. Nada de ello se está cumpliendo.
El Gobierno salió a explicar que el aumento en las cifras se debe a la mayor destinación de fuerzas policiales a la movilización estudiantil en estos 6 meses, argumentando así el descuido de la seguridad pública ciudadana. Una claro desvarío de apreciación pues intentar culpar a los estudiantes o cuestionar la labor de jueces y fiscales, ofrece cero autocrítica a la gestión propia.
Pero el error probablemente ha sido poner el énfasis en este tema social que tanto frutos ha dado históricamente a las campañas de candidatos de derecha en todo el mundo, para al infundir un temor solapado, lograr adhesión. El problema es generar las expectativas a nivel de superhéroe y paladín contra la delincuencia y prometer que se acabará con todos los males y delitos sociales de un país.
Tras un año y medio en el gobierno, nos hemos dado cuenta que ni el Presidente de la República ni el Ministro del Interior tienen capa o superpoderes, es más carecen de algo aún más importante… de la capacidad de autocrítica política, algo que sí debería estar sancionado como un verdadero delito.
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