Científicos encontraron restos de un ‘megaraptor’ en la Patagonia chilena
El trabajo, publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences, aborda material de 4 tipos de dinosaurios descubiertos cerca de Torres del Paine, describiendo una serie de terópodos (“pie de bestia”), un suborden de dinosaurios -en su mayoría carnívoros- cuyos representantes más conocidos a nivel popular son Tyrannosaurus rex y Velociraptor.
Los dinosaurios más australes de América son chilenos y están en la Patagonia. Los últimos descubrimientos sitúan a un megaraptor en el sitio de Cerro Guido en el Valle Las Chinas (Formación Dorotea), sector próximo a las Torres del Paine en la Región de Magallanes, y señalado como un importante yacimiento de fósiles, donde trabajan científicos nacionales y estadounidenses.
Ya en diciembre de 2021, el enigmático anquilosaurio Stegouros elengassen fue portada de la revista Nature; sumándose a otros mamíferos primitivos como Magallanodon baikashkenke y Orretherium tzen; ranas pertenecientes al grupo Calyptocephalellidae y al género Kuruleufenia; y tortugas del género Yaminuechelis, todos ellos parte de la fauna descrita que habitó la Patagonia chilena hacia el fin de la “Era de los Dinosaurios”.
Luego, a ese registro se incorporó también el hallazgo de restos de saurópodos y otros dinosaurios herbívoros, sin embargo, ante el amplio material paleontológico obtenido a la fecha en el extremo sur del país, faltaba aún una pieza fundamental de este ecosistema por identificar: los depredadores que dominaban la cadena alimenticia en este mundo cretácico.
Es así como se avanza a partir del aporte de un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Texas (EEUU), de la Universidad de Chile, de la Universidad de Concepción, del Instituto Antártico Chileno (Inach) y del Museo Nacional de Historia Natural, y también con piezas fósiles rescatadas en el sector del valle del río de Las Chinas, durante campañas paleontológicas realizadas entre los años 2016 y 2020.

Fue de esta manera que los científicos llevaron al laboratorio estos restos y lograron constatar que pertenecían a dinosaurios que no habían identificado antes en este lugar. De hecho, el hallazgo permitió identificar restos de 4 tipos de dinosaurios, entre ellos, dientes y partes óseas postcraneales de un megaraptor perteneciente a la familia de los terópodos.
EL CARNÍVORO “PATAGÓN”
“Siempre es súper excitante en términos científicos encontrar algo que no se había hallado antes ni que se había descrito en el valle de Las Chinas, donde nos hemos empezado a acostumbrar a tener nuevos hallazgos de restos fósiles”, explicó, Marcelo Leppe, director del Instituto Antártico Chileno (Inach), parte del equipo que realizó el descubrimiento.
Al hablar del megaraptor, paleontólogos refieren a dinosaurios carnívoros con garras raptoras, pequeños dientes para desgarrar y grandes extremidades superiores, que, de acuerdo a la investigación, los ponía en el tope de la cadena alimenticia de esta zona que habitaron, entre 66 y 75 millones de años atrás, al final del periodo cretácico. Cada uno de estos depredadores podría haber alcanzado entre los 6 a 10 metros de longitud y un peso por sobre la tonelada.
Se trata del registro fósil más austral de este tipo de dinosaurios fuera de la Antártica.

“La evidencia postcraneal que se tiene, principalmente, en la Formación Chorrillos, en Argentina, nos indica que estos animales eran de tamaño grande. Estamos hablando de entre 6 o 7 metros hasta 9 o 10 metros de longitud. Entonces, es posible esperar que en Las Chinas haya existido un dinosaurio carnívoro grande. La característica principal de su morfología general es que los megarraptores tienen cráneos alargados y grandes brazos con poderosas garras”, indica Jared Amudeo, investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile.

Agrega que “una de las características que nos permitió identificar con gran confianza que pertenecen a megarraptóridos son, primero que todo, que los dientes están muy curvados hacia la parte posterior”, pues estos megarraptores están directamente relacionados con especies de Sudamérica como Orkoraptor burkei o Megaraptor namunhuaiquii.
El investigador de la U. de Chile explica, además, que los megarraptores, de acuerdo a estudios recientes, estarían emparentados con los tiranosauroideos y habrían convivido con el anquilosaurio Stegouros elengassen, especie que probablemente fue parte de su dieta.
“Es de suponer que los megarraptores cazaban a Stegouros, ya que es un taxón muy abundante en Las Chinas. Hemos encontrado otras coronas dentales de los mismos niveles de Stegouros, que no están publicadas, pero también son de megarraptóridos y coexistieron en el mismo lapso. También es probable que se haya alimentado de ornitópodos que se han encontrado de manera abundante en Argentina, pero aún no tenemos evidencia directa de ello”, menciona Amudeo, quien actualmente cursa el magíster en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile
EL FACTOR AVIAR DEL DINOSAURIO
Sarah Davis, recién graduada del doctorado de la Universidad de Texas en Austin, quien ha colaborado con la Universidad de Chile y el Inach en este y otros estudios desde 2017, destaca que “los fósiles que describimos en este trabajo son un paso más en el conocimiento de la diversa fauna de vertebrados del valle de Las Chinas y proporcionan importantes datos para estudiar la distribución de los terópodos en las altas latitudes australes. Además de proporcionar pruebas de la coexistencia de dinosaurios depredadores grandes y pequeños en la región durante esta época, también describimos restos de 2 linajes de aves diferentes, durante un período clave para desentrañar la evolución de las aves. Quisiera destacar que esto incluye los registros sudamericanos más meridionales del grupo de aves que incluye las aves que tenemos hoy en día, los únicos dinosaurios que sobrevivieron a la extinción masiva de fines del Cretácico. Esperamos que el trabajo en este sector ayude a clarificar los patrones de extinción y supervivencia de los dinosaurios, incluyendo los grupos de aves”, comenta.
Por su parte, Jared Amudeo, explica que pese a tratarse de dinosaurios no aviares, probablemente, tenían la totalidad de su cuerpo cubierto con plumas. El investigador, que en su corta carrera se ha especializado en fósiles de piezas dentales, destaca la importancia del descubrimiento de 2 especímenes del grupo de los unenláginos, que representan el registro más austral de este peculiar grupo de terópodos cercanamente emparentados con los velocirraptores y de aspecto similar a ellos, así como con otras especies que habitaron Gondwana como Buitreraptor y Austroraptor, el cual llegó a medir más de 6 metros de longitud.
Es por eso que este trabajo también permitió identificar a 2 tipos de dinosaurios aviares que vivieron en esta época: Ornithurinae y Enantiornithes.
Los primeros corresponden a un grupo directamente emparentado con las aves actuales, similares a una huala o a una gavia, conocida también como colimbo o loon en Norteamérica.
Enantiornithes, en tanto, fue el grupo de aves más diverso y abundante del Mesozoico, “son parientes de las aves modernas, pero no son el grupo que les dio origen. Tenían una forma general similar a un gorrión, pero con dientes”, explica Jared Amudeo. “Lo importante es que los relojes moleculares de divergencia de origen de las aves modernas están en este lapso de tiempo. La presencia de aves, más no aves actuales, en esta zona y durante este tiempo nos da más indicios de que aquí, en esta parte de Sudamérica, se podrían encontrar cosas importantes, por ejemplo, uno de los ancestros comunes directos de las aves actuales”, agrega.

Respecto al hallazgo de estas aves, Sarah Davis enfatiza que resulta emocionante que el fósil de terópodo más joven hallado en el yacimiento hasta el momento sea el de un ave ornitura, el grupo de aves que incluye a los pájaros que conocemos hoy. De hecho, todas las aves modernas también son terópodos que evolucionaron en formas emplumadas, voladoras, y con cerebros de mayor tamaño. En este sentido, la presencia de este grupo en latitudes tan altas, como Las Chinas y sectores de la Antártica, puede apuntar a estos lugares como posibles refugios o lugares seguros para las aves durante la extinción masiva, donde pudieron escapar de lo peor de la catástrofe y sobrevivir hasta convertirse en los grupos que conocemos hoy.
Marcelo Leppe plantea que aún existen muchas preguntas sobre esta misteriosa ventana al pasado. Estos ambientes se encontraban bajo una inmensa presión de abruptos enfriamientos globales y ascensos bruscos de temperatura, fluctuaciones de los niveles del océano, masivas erupciones volcánicas en la India (que se encontraba al oriente de África en ese entonces) y culminando con el impacto del meteorito en la península de Yucatán hace 66 millones de años, que produjo la tercera mayor extinción de la vida en toda la historia natural.
“Aún necesitamos saber cómo la vida se abrió paso en ese apocalíptico escenario, para dar origen a nuestros típicos ambientes australes de Sudamérica, Nueva Zelandia y Australia, donde los terópodos continúan presentes, ya no con dinosaurios tan impresionantes como los megarraptóridos, pero sí con una diversidad de aves que siguen viviendo, después de 70 millones de años, en bosques, pantanos y marismas de Patagonia, Antártica y Australia”, concluyó.