[OPINIÓN] Sustentabilidad es más que nada una necesidad de sobrevivencia
Por Andrés Gillmore A. @veranadas
Past-Director Corporación Costa Carrera
El desarrollo sustentable de una región con las características tan especiales y diferentes de Aysén, ha sido generada desde los años ‘90 del siglo pasado, por una visión innovadora de muchos de los que habitan el territorio y más que nada por una necesidad de sobrevivencia ante la pérdida históricos de los mercados de lana y carne, al proponer como base de sustentación la protección del medioambiente, para preservar la equidad social presente y futura de las comunidades ayseninas y desarrollarse en armonía. El desarrollo sustentable no discute sobre sistemas políticos ni económicos, sino que se establece a partir de la defensa del medioambiente como base de sustentación del modelo productivo y de servicios, proponiendo un cambio social que planifique la relación con la naturaleza, con nosotros mismos como personas y con las comunidades como un todo, bajo las características ayseninas y su denominación de origen ante su sello verde y para no permitir que transnacionales extranjeras destruyan ese legado.
En la actualidad dado el modelo neoliberal imperante es de difícil delimitación y que no existe una definición que pueda considerarse absoluta y cuyo atractivo máximo consiste en que soluciona los dos grandes problemas causados por el crecimiento económico: la desigualdad social y la crisis ecológica sin renunciar al desarrollo»
Bajo este concepto, el desarrollo sustentable desde una visión netamente regional, con el pasar de los años y demostrar su veracidad, ha creado una gran adhesión a nivel rural ante el continuo litigio con los intereses mineros y salmoneros, ofreciéndoles a las comunidades puntos de consenso entre las actividades productivas y de servicios, ante la proyección de futuro en un territorio con una diversidad única a nivel social, ambiental y territorial y todo bajo un planteamiento con un fondo cultural-histórico. El concepto de sustentabilidad es más que nada una propuesta social, que no puede aplicarse sin entender su amplitud y ante la existencia de múltiples interpretaciones en torno de lo que es realmente la sustentabilidad de una región como Aysén.
El desarrollo sustentable no deja de ser desarrollo como muchos dicen y lo interpretan maliciosamente, y como la lógica manda, debe tener atributos y características que le permitan permanecer y reproducirse a niveles más amplios y objetivarse con proyección de futuro. Al hablarse de sustentabilidad, lo que se está diciendo, es que “el diseño del modelo de desarrollo debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin poner en riesgo las generaciones futuras para satisfacer las suyas”. Bajo esta base de sustentación básica de orden y forma, y con un gran componente ético, nos permite poner en el escenario regional la capacidad de pensar en las generaciones que vienen y no sólo en las generaciones actuales, bajo el principio de solidaridad social, que es básicamente un principio ético, unido a un componente ecológico en la relación en cómo nos relacionamos con la naturaleza. Cuando hablamos de la necesidad de mantener la capacidad de recuperación de los ecosistemas regionales, bajo planteamientos que son la base estructural del desarrollo sustentable, estamos proyectando una relación en donde todos salgan beneficiados y no solo algunos pocos y en eso descansa fundamentalmente la propuesta de sustentabilidad.
La sustentabilidad, por sobre todas las cosas, requiere la creación de una política de desarrollo, donde la actividad productiva esté orientada a satisfacer las necesidades de las comunidades y de las generaciones futuras, en función de los recursos disponibles, lo que implica orden, límites y protección que deben establecerse en la organización social, dándole valor al territorio como sustento de desarrollo, obligando a quienes quieren interactuar en modelos productivos y de servicios a respetarlo y cuidarlo. En este tema, de gran relevancia para el futuro de Aysén, se echa de menos desde el Gobierno Regional, la forma en que se diseña la estructura y la planificación del concepto productivo y de servicios que proyecta Aysén, al no relacionar la sustentabilidad con el desarrollo y no hacer respetar la forma y el fondo regional.
El término sustentabilidad posee una profunda carga ética en sus consideraciones y como suele sucedernos, la unanimidad en torno al concepto no ha significado que los criterios utilizados sean los más adecuados a la hora de decidir. Sabemos, que desde el mundo empresarial de los grandes intereses creados establecidos en la región, se entregan innumerables interpretaciones y algunas muy incompatibles -por lo demás- con lo que se necesita realmente para qué Aysén finalmente tenga la capacidad de ser un territorio próspero.
En la actualidad existen grupos, individuos y representaciones políticas que declaran ser “sustentables”, porque equivale a ser “defensor de la naturaleza” y por lo tanto con cualidades morales y ética que están muy por encima de los mundanos intereses de la política partidista, proponiendo la existencia de una discusión estéril entre lo que es “sostenible” y lo que es “sustentable”, buscando diferencias entre los términos y permite que algunos saquen conclusiones sin valor alguno como las siguientes: sostenible se refiere a lo local, sustentable a lo global; sostenible es la teoría, sustentable es la aplicación; sostenible es permanente en el tiempo y el espacio, sustentable es lo inmediato y concreto. Sin entender que la naturaleza para ser sustentable, debe estar al servicio de las comunidades y desarrollar su uso entendiendo sus limitaciones y sus capacidades de carga.
Las posiciones extremas oscilan entre las que creen que es posible crecer físicamente y aquellas que consideran que el desarrollo sustentable debe estar relacionado con la protección y conservación de la naturaleza y nada más. Cada una de estas posiciones es una expresión cerrada desde un punto de vista particular, de un grupo que solo enfoca «su verdad», pero que no toma en cuenta, que la verdad encierra los puntos de vistas de los demás y que las diversas interpretaciones están predeterminadas bajo el contexto socioeconómico, político, científico e ideológico que rodea al que expone su posición sobre lo que piensa que sustentabilidad y que bajo este concepto todos tienen cabida, mientras respeten las comunidades y el medioambiente, y para ello se hace necesario una fiscalización seria y profesional de los organismos pertinentes y que nos hace concluir, que se trata de un concepto muchas veces difuso, que en la actualidad dado el modelo neoliberal imperante es de difícil delimitación y que no existe una definición que pueda considerarse absoluta y cuyo atractivo máximo consiste en que soluciona los dos grandes problemas causados por el crecimiento económico: la desigualdad social y la crisis ecológica sin renunciar al desarrollo, y eso en sí mismo es fantástico, si tenemos la capacidad de aplicarlo adecuadamente.
A pesar de su rápida aceptación como un estilo de desarrollo más humano y equitativo, y que ha sido tomado por los países desarrollados como un mantra, ha venido a condicionar la aparición de múltiples definiciones de lo que se entiende como desarrollo sustentable, en función de los intereses de los diferentes actores sociales y productivos y de las circunstancias concretas de cada caso y sus diferentes intereses. Ello, sin entender que se trata de una idea amplia y compleja que desborda lo teórico tradicional de lo que proponen las ciencias, como parte de un ejercicio multidisciplinario de acercamiento y reconocimiento de las diversas ramas del conocimiento en torno a la propuesta de sustentabilidad, que puede y debe abordarse desde diversos ángulos para dar solución al deterioro social, económico y ecológico del territorio aysenino.
El concepto de desarrollo sustentable ha ido evolucionando a través del tiempo, incluso hasta en un futuro no tan distante, es muy posible que puede cambiar su denominación; sin embargo, hacer compatible el medioambiente con el modelo de desarrollo, estará siempre vigente mientras la humanidad no supere esta tremenda contradicción de forma y fondo con que en la actualidad diseñamos los modelos de desarrollo: donde la idea de un medioambiente amenazado, ha pasado a formar parte de la conciencia colectiva de todos nosotros.