[OPINIÓN] Empatía: Clave para nuestro Desarrollo Sostenible

Por Felipe Sanfuentes S. @pipesanfuentes
Licenciado en Ciencias y Biólogo Marino

Desde hace un tiempo, el término Desarrollo Sostenible se ha vuelto bastante popular. Para los que no estén familiarizados con este término acuñado en 1987 en el informe de la Comisión Brundtland (en honor a la primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland): “Nuestro Futuro Común” para las Naciones Unidas, el Desarrollo Sostenible se define como “la capacidad de satisfacer las necesidades de esta generación sin comprometer la satisfacción de las necesidades de las futuras generaciones”. Cabe destacar que el Desarrollo Sostenible trabaja sobre tres dimensiones: Económico, Ecológico y Social, las cuales están interrelacionadas y tienen que estar obradas en equilibrio.

La falta de empatía de nosotros, las personas comunes y corrientes y sobretodo de las personas que tienen poder de decisión (…) hace que todo esfuerzo no sea más visible y evidente como se quisiera».

Existen distintos significados de empatía, una de ellas es “la experiencia de entender la condición de otra persona desde su perspectiva”.

El psicólogo Mark Davis (quien diseñó el Índice de Reactividad Interpersonal en 1980) dice que la empatía es un fenómeno multidimensional y la clasifica en 3 tipos: Empatía Cognitiva: esta empatía implica que somos capaces de comprender y asumir los puntos de vista y ponernos en los zapatos de otra persona; Distrés Personal: que se trata de sentir de forma literal los sentimientos del otro y, por último, la Preocupación Empática: que trata de la habilidad para reconocer los estados emocionales de los demás, sentirnos conectados afectivamente y ser capaces de gestionar ese malestar y mostrar una preocupación auténtica. La empatía es una habilidad que se puede aprender.

De acuerdo a lo anterior, entonces entendemos que para satisfacer nuestras necesidades actuales en el aspecto económico, ecológico y social, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas en estos mismos aspectos, debemos ser capaces de tener empatía con nuestra descendencia, pero ¿cómo lograremos ser empáticos con las generaciones futuras si no somos totalmente capaces de serlos con nuestros propios contemporáneos en lo económico, social y muchos menos con el medioambiente?

La falta de empatía de nosotros, las personas comunes y corrientes y sobretodo de las personas que tienen poder de decisión dentro de lo económico, social y ecológico en el sistema público y privado en nuestro querido país, hace que todo esfuerzo no sea más visible y evidente como se quisiera. Este fenómeno quizás ocurre porque las personas comunes y/o con poder de decisión desconocemos o no comprendemos en realidad lo que realmente es el Desarrollo Sostenible o, simplemente, porque somos personas que sólo estamos preocupadas de obtener resultados para beneficios propios sin importarle lo demás (dentro de lo éticamente y moralmente correcto, claro está). Por eso, es sumamente importante que como sociedad nos informemos y nos hagamos partícipes de nuestro Desarrollo Sostenible y que los cargos con poder de decisión a nivel público y privado sean ocupados por personas idóneas y con empatía, sino, todo esfuerzo se diluye.

Tampoco hay que perder la esperanza. Existen personas, organizaciones sociales, culturales y científicas (públicas y privadas) y empresas que trabajan en pos de un Desarrollo Sostenible en nuestra región y el país. Son agentes de cambio que a través de la empatía han sido capaces de hacer suyos los problemas y dolores de nuestra sociedad y ecosistema, y que han buscado soluciones integrales para darnos a todos nosotros una mejor calidad de vida, impulsando el Desarrollo Sostenible.

Los que nos queda como sociedad es educarnos frente a estos temas (empatía y desarrollo sostenible) y aspirar a convertirnos en nuevos agentes de cambio, sobretodo nosotros los adultos, ya que está en nuestras manos en que el hoy mejore nuestra calidad de vida y podamos inculcar a nuestros hijos los valores necesarios para que su futuro (que no está tan lejano como siempre suponemos) sea mejor que nuestra realidad actual.