Opinión

COLUMNA EPD: «Libertad con sentido…»

Lagos mirando fijamente a la cámara, y en sólo 112 segundos, le recordó al general Pinochet mostrando un recorte de prensa (“Presidente Pinochet no sería candidato en 1989”) que el triunfo del NO le permitiría salir civilizadamente de la encrucijada que todo el país vivía. “Y ahora le promete al país otros 8 años, con tortura, con asesinatos con violación de los derechos humanos… Me parece inadmisible que un chileno tenga tanta ambición de poder de pretender estar 25 años en el poder”, avasalló el entonces líder de la Concertación. Raquel Correa intentó detenerlo. “Excúseme Raquel, pero hablo por 15 años de silencio”, así defendió Lagos Escobar su derecho a seguir y a terminar su intervención en televisión, todavía en plena dictadura militar, y emplazando directamente al dictador! ¡Eso es libertad de expresión!

 

Por Claudio Díaz Peña (*)
cdiaz@elpatagondomingo.cl / @claudio_diazp

 

Anoche falleció la destacada periodista Raquel Correa Prats. Profesional de la entrevista y la opinión, para muchos ejemplo de rigor al informar, y de coraje al preguntar. Con su estilo de controlada tensión enfrentaba a sus entrevistados, pudiendo contrastar visiones con personajes como Sor Teresa de Calcuta o descolocar de plano y cara a cara a otros como el general Augusto Pinochet o el “Mamo” Contreras. La Premio Nacional de Periodismo 1991, sin duda que representó en los años de la dictadura y al inicio del retorno a la democracia, lo que implica la libertad de expresión, la libertad de opinión y la libertad para informar.

  Pero tales libertades no son tan amplias ni infinitas como la gente cree erróneamente. Más que por apostar a una desbocada extensión, la libertad de expresarnos tiene que ver con lo que se quiere logrars, y por tanto una capacidad para decir lo que se debe en el momento preciso, como ocurrió con el famoso dedo de Ricardo Lagos en el programa “De Cara al País”, que precisamente conducía Raquel Correa.

Lagos mirando fijamente a la cámara, y en sólo 112 segundos, le recordó al general Pinochet mostrando un recorte de prensa (“Presidente Pinochet no sería candidato en 1989”) que el triunfo del NO le permitiría salir civilizadamente de la encrucijada que todo el país vivía. “Y ahora le promete al país otros 8 años, con tortura, con asesinatos con violación de los derechos humanos… Me parece inadmisible que un chileno tenga tanta ambición de poder de pretender estar 25 años en el poder”, avasalló el entonces líder de la Concertación. Raquel Correa intentó detenerlo. “Excúseme Raquel, pero hablo por 15 años de silencio”, así defendió Lagos Escobar su derecho a seguir y a terminar su intervención en televisión, todavía en plena dictadura militar, y emplazando directamente al dictador! ¡Eso es libertad de expresión!

Esta semana, las declaraciones de la ministra del Medioambiente, quien dijo que el fallo de la Corte Suprema “incurrió en errores” al detener el proyecto termoeléctrico de Castilla en la Región de Tarapacá, encendió polémica. Rápidamente, las expresiones fueron justificadas por el ministro de Justicia y por el propio Presidente Piñera, como parte de la “libertad de expresión”. Eso es torpeza.

Pero hay ejemplos peores, porque otras autoridades del gobierno de Piñera -por mucho menos- han debido alejarse de su cargo. Como aquella vicepresidenta nacional de Junji, que no contenta con defender al sacerdote Fernando Karadima, autor de abusos sexuales a menores, como un «prócer de la Iglesia «, sino que remató -en el marco de su completa libertad de expresión- tuitiando una mañana de diciembre de 2010, que su sueldo de secretaria de Estado de 3 millones 729 mil pesos, era “reguleque”.

Por la tarde, la RN Ximena Ossandón, ya era una ex autoridad. Esta semana otro Ossandón, su hermano Juan Manuel, alcalde de Puente Alto complica al gobierno, por sus declaraciones en virtud de este complejo ejercicio de la libertad de opinión.

El edil acusa que desde su propio partido Renovación nacional, lo quieren “bajar” de la carrera política en 2013 (quiere candidatearse como senador).por ser un duro critico al gobierno, y en particular por evidenciar públicamente el pésimo manejo que mantiene a Piñera y compañía en bajos históricos de apoyo ciudadano. Y todo, nuevamente, por opinar y decir lo que se piensa.

En nuestra zona, la libertad de expresión, opinión y de información tuvo –tal vez- con la Movilización de febrero y marzo pasado, los puntos más álgidos y no exentos de conflictos, en el último tiempo. Un ejemplo es las críticas del obispo Infanti al Gobierno y su precario manejo del conflicto, tras lo cual la intendenta Pilar Cuevas respondió al sacerdote que “mejor se dedicará a rezar”, en una clara exhortación a no opinar. A partir de ello muchos recordaron que la actual intendenta de Aysén, fue funcionaria y vocera del gobierno de Pinochet, en los años 80 en esta región, y que como tal debía “opinar” sobre todos los temas.

La diferencia, ahora en democracia, es que todos podemos y tenemos el derecho a opinar; las autoridades,  los periodistas, los dirigentes sociales, los vecinos y los estudiantes, tal como fue hasta antes de ese 11 de septiembre de 1973, cuando todo se oscureció y la potestad de decir lo que se pensaba le costó la vida a miles de chilenos y chilenas… Por eso hoy, los peores enemigos de la libertad de expresión ya no son los que intentan reprimirla o censurarla, sino simplemente los que la ensucian…

(*) Es Periodista y Editor de Contenidos de EPD Comunicaciones Ltda.

 

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